62 P.R. Dec. 499 | Supreme Court of Puerto Rico | 1943
emitió la opinión del tribunal.
El apelante fue denunciado por un delito de acometi-miento y agresión grave. Se alegó en la denuncia que la denunciante viajaba en un automóvil del acusado; que éste violentamente la agredió con las manos, agarrándola fuerte-mente por los muslos; que la denunciante protestó de la conducta ilegal del acusado y lo requirió para que detuviese el automóvil para bajarse y que en vista de que el acusado rehusaba hacerlo, la denunciante, con motivo de la conducta del acusado, se vió. en la necesidad de lanzarse del vehículo mientras se hallaba en movimiento, recibiendo al caer al pa-vimento ciertas fracturas y lesiones que se especifican más adelante. Se alegó como agravante el ser el acusado un va-rón adulto y la agredida una mujer. Visto el caso en la Corte de Distrito en grado de apelación, fue convicto el acu-sado y sentenciado a pagar $100 de multa o a cumplir un día de cárcel por cada dólar de multa que dejare de pagar, sin que la prisión .excediese de noventa días, más las costas.
La evidencia del Pueblo de Puerto Rico téndió a demos-trar que la denunciante es una mujer casada y profesora de instrucción; que el día de autos había estado en unos servi-cios religiosos que se celebraban en una iglesia en la parada 26%, en Santurce, y que al terminar dichos servicios, se dis-puso a regresar a su casa, radicada en la parada 20; que con tal motivo, como a las 12 del día, la denunciante se hallaba parada en la acera de lá Avenida Fernández Juncos, en la parada 26%, esperando una guagua; que en esos momentos pasó el acusado manejando su automóvil con dirección a San Juan y cuando se hallaba frente al sitio donde estaba la de-
La prueba de la defensa tendió a establecer que fué la denunciante la que con la mano hizo señas ál acusado para que la llevase en su automóvil; que él accedió y que al poco rato de reanudar la marcha una amiga de la denunciante que caminaba por la indicada avenida la saludó o la llamó, y que la denunciante decidió seguir con su amiga y pidió al acu-sado que detuviese el vehículo para bajar; que éste le in-dicó que así lo haría, pero que era necesario colocar su carro bien a la derecha para evitar un accidente, y mientras el acusado reducía la velocidad con ese objeto y se iba echando hacia la derecha, la denunciante, sin esperar a que el ve-hículo se detuviese por completo, abrió la puerta y al tratar de bajar perdió el equilibrio, cayendo al pavimento y reci-biendo las lesiones que ella relata.
Cuatro errores señala el apelante. De ellos tres van dirigidos a supuestos errores en la apreciación de la prueba, que como hemos visto es contradictoria, sin que se nos haya demostrado que al apreciarla en contra del acusado
“El empleo de cualquier violencia ilegal sobre la persona de un semejante con intención de causar daño, cualesquiera que sean los medios o el grado de violencia que se emplearen, constituirá un delito de acometimiento y agresión.
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Y la sección 6 de la misma ley prescribe en su inciso 5 que todo acometimiento y agresión será considerado con cir-cunstancias agravantes cuando se cometiere por un varón adulto en la persona de una mujer o un niño, o por una mujer adulta en la persona de un niño.
Sostiene el apelante que de conformidad con la sección primera, supra, es elemento esencial del delito que la agresión se verifique con intención de causar daño, y que como en este caso la prueba de la denunciante demuestra
Concedemos que el artículo 588 del Código de Tejas no fue adoptado por nuestra legislatura; pero opinamos que con o sin ese artículo, tanto aquí como en Tejas, los hechos en cuestión son constitutivos de un delito de. acometimiento y agresión grave. En la Ley Común no se conocía delito alguno.bajo lá denominación de acometimiento indecente o inmoral. Rex v. Nichol (1807) Russ & R.C.C. (Engl.) 130; State v. Comeaux (La., 1913) 60 So. 620. Dicho delito fue creado por estatuto en varias jurisdicciones, fijándosele por lo general una pena mayor que la del acometimiento y agre-sión, elevándolo en algunas de ellas a la categoría de f&lony. Ello no obstante, la conducta constitutiva de ese delito no permaneció impune bajo la Ley Común. Tampoco permane-ció impune en aquellas jurisdicciones donde no lo han de-finido específicamente por estatuto. Tanto bajo la Ley Co-mún como en las jurisdicciones últimamente citadas, ese de-
El reciente caso de Beausoliel v. U. S. (1939) 107 F. (2d) 292, ilustra perfectamente la doctrina expuesta. En dicho caso el apelante fué acusado y convicto de infracción al ar-tículo 29 del Código del Distrito de Columbia, que dice así:
“Cualquiera que ilegalmente acometa o amenace a otro en forma violenta (in a menacing manner) será castigado con una multa no mayor de $500 o con prisión que no excederá de doce meses, o ambas penas. ’ ’
Consistió la alegada infracción en que en cierto día anterior a la acusación fué confiada al acusado una niña de siete años de edad para llevarla de un sitio a otro en la ciu-dad de Washington. En el trayecto el acusado deshonesta-mente expuso cierta parte de su cuerpo e indujo a la niña a tomarla en sus manos. Al igual que el acusado en el caso de autos, Beausoliel alegó como defensa que los hechos im-putádosle y que fueron probados, no contravenían el artículo 29, supra, porque de ellos no surgía el elemento de violencia o amenaza contenido en el estatuto. Al confirmar la senten-cia apelada, dijo la corte:
“Bajo la Ley Común se sostenía generalmente que un hombre que se tomaba libertades impropias con la persona de una mujer, sin. su consentimiento, era culpable de acometimiento.
*505 “En un caso como el presente, la amenaza o el peligro de sufri-miento o daño físico en el sentido ordinario, no es necesario. El daño sufrido por la víctima inocente bien puede ser temor, vergüenza, hu-millación o angustia mental causada por el acometimiento. Tampoco es necesario que tal víctima se percate de la naturaleza del acto o del peligro.
“Ni afecta el resultado el que sea la mano de la niña la que toque el cuerpo del apelante, invirtiendo así la forma ordinaria del acome-timiento. Bajo las circunstancias del presente caso, es lo mismo que si el apelante hubiese colocado su cuerpo en contacto con la niña o hubiese agarrado su mano y la hubiese obligado a hacer su deseo.
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La denuncia en el presente caso no es un modelo de las de su clase. Pudo especificar con más exactitud la modalidad del delito, pero no podemos exigir igual grado de perfección que si se tratase de una acusación redactada por un fiscal. Se siguieron las palabras del estatuto y la denuncia no dejó de poner en conocimiento del acusado los hechos que en el juicio sostuvo la prueba de cargo y que aquél trató de controvertir con su declaración y la de varios testigos a quienes no dio crédito la corte inferior.
Como el delito imputado es el de acometimiento y agre-sión con circunstancias agravantes y la evidencia es sufi-ciente para probarlo, no erró la corte inferior al declarar convicto al acusado ni al imponerle una pena de $100 de multa, que si bien es leve dadas las circunstancias concu-rrentes, está comprendida dentro de los límites señalados por la ley.
Procede, por 'lo expuesto, la desestimación del recurso y la confirmación de la sentencia apelada.