77 P.R. Dec. 516 | Supreme Court of Puerto Rico | 1954
emitió la opinión del
Tribunal.
El 10 dé junio de 1949 Apolinar de Jesús entabló pleito de filiación ante el anterior tribunal de distrito contra Elsie Abbott Colón y Sebastián Colón. El demandante alegaba lo siguiente: Nació en Arecibo el 14 de abril de 1910. Era hijo natural de Matilde de Jesús y Carmelo J. Colón porque (1) su madre y Colón vivían en concubinato al tiempo del embarazo y a su nacimiento, (2) Colón lo reconoció como tal hijo en un escrito indubitado, y (3) Colón siempre lo tuvo, pública y privadamente, por hijo suyo y se ocupaba de su educación y sostenimiento. En los momentos de la concep-ción y del nacimiento del demandante,. Matilde y Colón eran solteros y podían contraer matrimonio. Colón falleció el 21 de mayo de 1949 sin otorgar testamento. Entre otros bie-nes, dejó inmuebles que se describen en la demanda, valora-dos en más de $400,000. Cuando Colón falleció, era casado con la demandada, Elsie Abbott Colón. ' Esta última y el de-mandado Sebastián Colón, el único hijo legítimo de Colón y de Elsie Abbott, en unión al demandante, son los únicos y universales herederos de Colón. El demandante solicitaba que se le declarase hijo natural reconocido de Colón, con la participación correspondiente en todos los bienes dejados por éste.
La contestación a la demanda alegaba sustancialmente lo siguiente: Colón no era el padre del demandante y que todos los otros hechos aducidos en la demanda referentes al alegado reconocimiento del demandante como hijo suyo, nunca ocurrie-ron. Colón era soltero durante el embarazo de la madre y a la fecha del nacimiento del demandante. Pero Matilde de Jesús, madre del demandante, no podía casarse en aquella época por haberse casado el 23 de enero de 1902 con Pablo Marrero y dicho matrimonio no había sido anulado ni disuelto, y vivían como marido y mujer cuando se concibió al demandante y al momento de su nacimiento. El demandante fué inscrito como hijo legítimo de Pablo Marrero y de Matilde. Se admite
La contestación también alega que después de haberse ca-sado en 1902 Pablo Marrero y Matilde, madre del deman-dante, éstos vivieron como marido y mujer hasta después de haber cumplido Matilde 21 años de edad, habiendo ambos cónyuges ratificado el matrimonio; que el demandante nació como hijo de Pablo Marrero y de Matilde mientras éstos vi-vían juntos como marido y mujer y fué inscrito como hijo legítimo de aquéllos; que el demandante nació después de transcurridos 180 días de la celebración del matrimonio y no existía imposibilidad física del marido para tener rela-ciones maritales con su esposa dentro de los primeros 120 días de los 300 que precedieron al nacimiento del menor; que el demandante siempre ha usado el apellido de Marrero y no el de Colón; y que cuando se inscribió en el servicio selec-tivo, cuando se casó en 1932, y cuando inscribió ocho hijos habidos en su matrimonio, siempre usó el apellido paterno de Marrero y está impedido de negar que su apellido paterno es el de Marrero.
La contestación también aducía como defensas especiales (1) que el demandante no tiene “personalidad jurídica” para impugnar el matrimonio de su madre con Pablo Marrero, (2) que no se puede admitir evidencia alguna a fin de cues-tionar la legitimidad del demandante como hijo legítimo de Pablo Marrero, con excepción de lo que provee el art. 113 del Código Civil, y (3) que la causa de acción ha prescrito.
El 24 de junio de 1952, previa autorización del tribunal sentenciador, el demandante radicó una demanda enmendada. Por vez primera se acumuló a Matilde de Jesús como parte demandante junto a Apolinar de Jesús. La nueva demanda
Los demandados solicitaron la desestimación de la de-manda enmendada por el fundamento de que no alegaba he-chos constitutivos de causa de acción. El tribunal senten-ciador dictó sentencia declarando con lugar la moción y deses-timando la demanda. En apelación, los demandantes sostie-nen que el tribunal sentenciador cometió error (1) al resolver, al considerar la moción de los demandados para que se desestimara la demanda por falta de hechos constitutivos de causa de acción, que Matilde no podía acumularse como parte demandante en el pleito de filiación, (2) al resolver que la acción de nulidad del matrimonio entre Pablo Marrero y Ma-tilde estaba prescrita, (3) al pasar, a base de hechos sin prueba alguna ni alegaciones, sobre la validez del matrimonio entre Pablo Marrero y Matilde, y (4) al desestimar la de-manda sin conceder a los demandantes oportunidad para en-mendarla nuevamente.
Este caso sugiere un caudal de potenciales cuestiones de derecho sustantivo y procesal. Haremos caso omiso de ellas por considerar innecesaria su resolución, en vista de las ale-gaciones de la demanda enmendada y del estado del caso
Apolinar nació en 1910. Su status en cuanto a filiación se rige por consiguiente por las disposiciones pertinentes del Código Civil de 1902, que estuvieron en vigor hasta 1911. Bajo el Código de 1902, desde el punto de vista del derecho sustantivo, no se hacía distinción alguna entre un hijo adulterino y un hijo natural: ambos eran tenidos como hijos ilegítimos. Torres v. Sucn. Cautiño, 70 D.P.R. 646, 649; Fuentes v. Tribl. de Distrito, 73 D.P.R. 959, 974. Por consiguiente, como cuestión de derecho sustantivo, los demandados no podían defenderse de la actual reclamación de Apolinar sobre filiación por el único fundamento de la validez del matrimonio entre Pablo Marrero y Matilde, siempre y cuando, desde luego, que Apolinar pudiera demostrar que en su caso se cumplieron los requisitos para su filiación.
Llegamos al mismo resultado si tratamos la reclamación como una en la que el demandante alega que es hijo adulte-rino que puede no obstante salir victorioso demostrando que, como cuestión de hecho,' cumple con los requisitos de hijo natural. Véanse los escolios 1 y 2. Dejando a un lado los pro-blemas en cuanto a legitimidad bajo los arts. 113 y 117 del Código Civil, un hijo adulterino debe instar su "pleito dentro de los 15 años después de llegar a su mayor edad. Torres v. Sucn. Cautiño, 70 D.P.R. 646; Fuentes v. Tribl. de Distrito, supra, 974; Cortez v. Sucn. Solá, 72 D.P.R. 627. En este caso el demandante nació en 1910. Por consiguiente de-bió haber radicado su pleito en 1946. La primera demanda no fué radicada hasta 1949. De esto surge que, tratando al demandante como hijo adulterino, su causa de acción estaba igualmente prescrita.
Por los motivos expuestos la sentencia del Tribunal Superior será revocada y se devolverá el caso para ulteriores procedimientos no inconsistentes con esta opinión.
Cuando es la madre del menor la que comete el adulterio, surgen problemas adicionales: la presunción de legitimidad; quién puede instar pleito para impugnarla; la clase de prueba necesaria para destruirla; la prescripción. Véase Agosto v. Javierre, resuelto el 30 de noviembre de 1954, ante pág. 471, donde la mayoría de este Tribunal resuelve que puede instarse pleito de filiación por un demandante que alega que es hijo natural del demandado aun cuando su madre estuviera casada con otro hombre en el momento crucial, no empece el art. 116 del Código Civil. Véanse también los arts. 113 y 117 del Código Civil. Cf. Chabrán v. Méndez, 74 D.P.R. 768.
Es innecesario discutir (1) si el matrimonio de 1902 sólo era anu-lable en vez de nulo, o (2) si el demandante es presuntivamente legítimo, aun cuando fuere posible en momento tan tardío anular el matrimonio de Pablo y Matilde. Cf. Cintrón v. Román, 36 D.P.R. 484; Miranda, v. Cacho, 66 D.P.R. 550, y opinión disidente en el riltimo a la pág. 558.
Dejamos a un lado el problema de si la madre debe ser parte demandada en vez de parte demandante.
Si bien no podemos considerarlos en relación con la moción de deses-timación ahora ante nosotros, otros documentos en autos aparentemente demuestran que Pablo Marrero falleció en 1923.
Cf. Peña v. Eastern Sugar Associates, 75 D.P.R. 304, donde resol-vimos que la defensa de prescripción no podía levantarse por primera vez ante este Tribunal. En el caso de Peña la demandada no radicó mociones. Simplemente radicó una contestación a la demanda que no contenía la de-fensa de prescripción.