82 P.R. Dec. 242 | Supreme Court of Puerto Rico | 1961
emitió la opi-nión del Tribunal.
Margarita Domínguez interpuso demanda ordinaria en la Sala de San Juan del Tribunal Superior contra el Banco Popular de Puerto Rico, alegando que en 1ro. de febrero de 1952 ella alquiló un apartamiento para vivienda en el tercer piso del edificio núm. 258 de la Calle San Justo administrado por el Banco, por el canon de $50 mensuales; que el deman-
El Banco Popular contestó la demanda aceptando que la demandante había pagado un canon de $75 desde el 1ro. de febrero de 1952 hasta el 31 de julio de 1955, pero negó que hubiera arrendado la propiedad para vivienda y que hubiera cobrado cantidad alguna en exceso del canon máximo legal, alegando en contrario haber arrendado a la demandante “el local comercial a que se refiere la demanda para uso y ocu-pación a propósitos comerciales o profesionales, por el canon de $75 mensuales autorizado por la Oficina de Administra-ción de Precios de Puerto Rico.” Aceptó que la demandante le había requerido el reembolso de los alquileres que alegaba haber pagado en exceso, y que no se los devolvió, habiendo transcurrido 30 días desde dicho requerimiento. Final-mente, levantó como defensa que la acción de triple daño estaba prescrita en cuanto a cualquier sobreprecio cobrado con anterioridad al día 10 de noviembre de 1954, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 8{h) de la Ley de Alquileres Razonables. La demanda se radicó en el Tribunal Superior el 10 de noviembre de 1955.
Visto el caso en sus méritos la Sala sentenciadora dictó sentencia en 28 de diciembre de 1956 decretando que el Banco demandado había cobrado a la demandante $25 al mes en exceso del precio fijado como máximo para dicho aparta-miento como vivienda, pero determinó que la acción de triple daño estaba prescrita en cuanto a los sobreprecios cobrados con anterioridad al 10 de noviembre de 1954, o sea, con an-
El 26 de febrero de 1957, después de haber sido pagada la sentencia por el Banco, la demandante radicó en el Tribunal Superior una moción pidiendo la corrección de la misma. Alegó que existía un error en dicha sentencia porque si bien el tribunal decidió que la demandante podía reclamar triple daño sólo en cuanto a los sobreprecios incluidos en el período de 9 meses no prescrito, había resuelto que la demandante pagó sobreprecios desde el 1ro. de febrero de 1952 hasta julio 31 de 1955, y que por lo tanto ella podía recobrar a tipo sen-cillo durante el período desde el 1ro. de febrero de 1952 hasta el 1ro. de octubre de 1954. Sostuvo la demandante que el Banco le debía por tal concepto la suma adicional de $825, o sea el sobreprecio cobrado cada mes durante dicho período. El 19 de marzo de 1957 el tribunal dictó resolución [“Correc-ción de Sentencia”] haciendo constar lo siguiente:
“En su moción la parte demandante sostiene que nuestra sentencia de diciembre 28 de 1956 debe ser corregida, en armo-nía con lo dispuesto en la Regla 60 de las de Enjuiciamiento Civil, y requerir del demandado la devolución del sobreprecio de $25.00 por él cobrado desde febrero 1º de 1952 hasta el 31 de octubre de 1954, ó sea durante 33 meses.
“A la parte demandante le asiste la razón.
“En la referida sentencia nuestra concentramos nuestra atención en el punto específico de los triples daños; y, por*245 inadvertencia, nada dispusimos en relación con el sobreprecio de $25.00 al mes, o sea (33 X 25.00=) $825.00, que por el de-mandado fue cobrado, ut supra, y por la demandante fue recla-mado en su demanda de noviembre 7, 1955.
“En su virtud, se enmienda nuestra sentencia para requerir del demandado que también devuelva a la parte demandante dichos $825.00, cobrados en exceso.” (Enfasis adicionado.)
Por cuestiones de trámites, en 8 de abril de 1957 el propio Juez dejó sin efecto dicha resolución y posteriormente, en 23 de agosto de 1957, dictó resolución restableciendo la misma. El demandado le pidió entonces que aclarara si la resolución de 19 de marzo de 1957 mediante la cual corrigió la sentencia original de 28 de diciembre de 1956 era efectiva o no a partir del 6 de septiembre de 1957, cuando le fue notificada la re-solución de 23 de agosto, y habiéndose opuesto la parte de-mandante, el Juez, en 17 de septiembre de 1957, declaró sin lugar la referida moción expresándose así:
“Si se trataba únicamente de la corrección de una sentencia por inadvertencia excusable en calcular matemáticamente un de-terminado número de cánones de arrendamiento a devolver, no vemos cómo es posible mirar prospectivamente la sentencia, como una nueva dictada, y por ende darle sus efectos de finali-dad con fecha 6 de septiembre de 1957.” (Enfasis del Juez.)(1)
Para revisar la resolución de la Sala sentenciadora de 19 de marzo de 1957, restablecida por la del 23 de agosto, en virtud de la cual por vía de corrección de sentencia concedió a la demandante la cantidad adicional de $825, expedimos certiorari a solicitud del Banco, quien sostiene ante nos que la referida resolución es errónea en los méritos; y además, que la Sala sentenciadora no tenía facultad en ley para dic-tar la misma. Lógicamente, procede que resolvamos en primer lugar este último aspecto del caso.
El artículo 8(a) de la Ley de Alquileres Razona-bles, Ley 464 de 25 de abril de 1946 según se enmendó por la
Tal como surge del récord, la demandante no utilizó la vía administrativa para obtener el reembolso sino que a la luz del inciso (a) requirió directamente al demandado para que le devolviera el alegado sobreprecio. Transcurridos treinta días sin que el demandado efectuara dicha devolución la demandante inició la acción por tres veces el importe del reembolso a tenor de lo dispuesto en el inciso (c£).
No cabe la menor duda que la Sala sentenciadora creyó que lo que hacía era corregir una mera inadvertencia suya en cuanto a un cálculo matemático de unos cánones a devol-ver. Tan estuvo en esa creencia, aparte de expresarlo, que su decisión de septiembre 17 de 1957 tuvo el efecto de hacer “nunc pro tune”, a la fecha de la sentencia original, la correc-ción de marzo 19. Sin embargo, la situación era una com-pletamente distinta como cuestión de derecho.
Es cierto que la demanda cubría una reclamación de triple daño por todo el período desde el 1ro. de febrero de 1952
“En este caso el Tribunal Superior tenía ante sí, como tene-mos nosotros, la revisión directa de la orden administrativa y no una demanda de daños líquidos. Ello aconseja advertir que no resolvemos ahora ni anticipamos juicio en forma alguna, lo que se dejará para la ocasión apropiada, en cuanto a si bajo lo dispuesto en los párrafos (a) y (ó) del art. 8 el inquilino puede o no reclamar juiciosamente el importe sencillo de los sobrepre-cios cobrados, o de interponer la acción de daños, si puede o no reclamar el exceso sencillo pagado más allá del año prescriptivo como una segunda causa de acción, o si por el contrario, en caso de que el propietario se niegue a devolver administrativamente, su único remedio es el reembolso judicial triple, pero con la li-mitación prescriptiva.”(2)
Explicada la naturaleza del asunto que se le sometió a la Sala sentenciadora, veamos en cuanto a su facultad en ley para disponer del mismo de la manera en que lo hizo.
La Regla 60 de Enjuiciamiento Civil (1943) que regía en 19 de marzo de 1957 cuando el Juez de instancia corrigió la sentencia, disponía en su inciso (a) que “errores clericales en las sentencias, órdenes, y otras partes del récord, y los causados por inadvertencia u omisión”, podrían corregirse en
La importancia que ello tenía para la parte demandada es que de tener efecto prospectivo la sentencia corregida a partir de septiembre 6 de 1957, ella hubiera disfrutado del término para apelar la misma.
Como se observará más adelante, la decisión de este caso no re-quiere tampoco que resolvamos ahora este problema.
La Regla 49.1, idéntica a la Regia 60(a) federal después que ésta fue enmendada en 1946, dispone en lo pertinente que los errores de forma en las sentencias, órdenes u otras partes del expediente y los que aparezcan en las mismas por inadvertencia u omisión, podrán corregirse por el tribunal en cualquier tiempo, a su propia iniciativa, o a moción de cualquier parte, previa notificación, si ésta se ordenare. 32 L.P.R.A., Sup. Acum. (1959), R. 49.1.
En efecto, la Regla 60(6) federal según entró en vigor original-mente en septiembre 16 de 1938 y tal como regía en 1943 cuando adoptamos las nuestras, disponía que la corte podía relevar a una parte o a su re-presentante legal de una sentencia, orden, o acción tomada contra: ella por su error, inadvertencia, etc. (“may relieve a party or his legal representative from a judgment, order, or proceeding taken against him, through Ms mistake, inadvertence,” etc.). La Regia 60(6) que adoptamos disponía en idéntica forma en su texto en inglés. 32 L.P.R.A. Appendix,
Sin embargo, desde 1946 el inciso (6) de la regla federal fue sus-fcancialmente modificado eliminándose las palabras “taken against him”' y “his”, disponiéndose entonces que la corte puede relevar a una parte o a su representante legal de una sentencia final, orden o procedimiento-por las siguientes razones (1) error, inadvertencia, sorpresa o negli-gencia excusable; (2) 28 U.S.C.A. R. 60(b), pág. 310. Para una amplia exposición véase Moore, op. cit., Vol. 7, págs. 6 a 31 y 73 a 94.
Por vía de ilustración, y sin que se entienda que el Tribunal ex-presa un criterio propio, cabe observar que a la luz de la versión de 1946 de la Regla 60(b) federal, que en lo ahora pertinente es igual a la Regla 49.2 nuestra a partir de 1958, la situación presentaría el siguiente cuadro: En el informe de 1945 del Comité Consultivo que preparó las enmiendas de 1946, 28 U.S.C.A. Rules, pág. 312, se hizo constar que el pronombre calificador “su” (ante, escolio 4) se había eliminado sobre la base de que era muy restrictivo, y que la subdivisión (b) debía incluir el error o negligencia “de otros" que pueda ser de igual manera pertinente, y ne-cesitar de igual manera de la jurisdicción supervisora, como en aquellos casos en que la sentencia se da contra la parte por su error, inadvertencia, etc. A la luz de este informe y del cambio operado Moore expone que se puede conceder un remedio bajo este inciso después de la enmienda de 1946 tanto por el error de la parte promovente como por el error, inadver-tencia, etc. de otras partes en el pleito, del secretario y hasta de la corte. Vol. 7, pág. 230. Más adelante, refiriéndose específicamente al remedio contra un error judicial (págs. 235 a 238), Moore se pregunta si esta expansión de la Regla 60(6) (1) permite que se conceda el remedio contra un error sustantivo de derecho incurrido por la corte, y se inclina a creer que sí, aunque admite que el punto no está libre de dudas y que hay